Tuesday, 9 April 2019

Hallacas hacen Milagros

Salvado Cachorros a Punta de Hallacas
 


Spanish article written by Valentina Ruiz Leotaud
Translated into English by Alexandra Cruz A.
If you happen to be in the mailing list for Venezuelans in Vancouver, you have probably read about Graciela León and her business Mis Deliciosas Hallacas.
Although the name may seem pretty self-explanatory, Graciela explores other talents besides the culinary art through her business. Inspired by the maxim of “He that gives to the poor will not lack”, this woman from Caracas donates part of her profit to support five families in hardship back in Venezuela and, at the same time, to several organizations dedicated to rescuing stray dogs in different cities of the country.
Often, Graciela donates the entirety of her income.
Her work with the families in question started five years ago, and three years ago she began to work with stray dogs. What motivated Graciela to help the families was food and medicine scarcity.
Her work with stray dogs was driven by a personal experience she had with a Shar Pei she saw at a bakery: “I noticed that it was hungry and thirsty. I bought some water and a croissant and fed it to the dog. It devoured it. Its skin was in bad shape; the poor fellow had dermatitis, cists, fleas, ticks, and who knows what else”, she retells. Graciela wanted to take the dog with her but a family member dissuaded her from doing so. After a few hours, she went back to the bakery but the dog was nowhere to be found. “I went back for several days to leave water and dog food, but it just disappeared. That changed my life”, she says.
That was the first time Graciela went back to Venezuela after a decade living outside the country. What she experienced with that Shar Pei was irrefutable proof of what she noticed as soon as she got off the plane: the country’s crisis was not only affecting people but also animals. “The whole city was filled with stray dogs. It’s almost as if they were part of the decoration of the streets. People walking saw them but didn’t notice them. Some of them were really sick, others malnourished, or hit by cars, or just hit by the hardships of life”, she remembers.
Back in Canada, Graciela decided she needed to do something about it. She started researching organizations who worked in animal welfare but she feared that her donations would be used towards something different than what she originally intended.
Nonetheless, after much research, she found staff within organizations like Huellitas de Amor, Famproa, Fundación Anzoátegui among others who showed her the ways they use the donations they received and who let her know what resources they needed the most. Since then, Graciela hasn’t stopped helping them: “I help around 400 dogs in Venezuela”, she states.
The money doesn’t originate from the hallacas, ham bread, and chicken salad she sells in December. Throughout the year, Graciela also prepares typical Venezuelan home-made food and sells it at a very low cost in the hopes to collect funds for her causes and, at the same time, provide affordable options for those who want to have a tasty meal on a budget.
“With this small business and with your support we can accomplish a lot of things”, she claims.
To support Graciela and enjoy her delicious food, you can contact her at #misdelicosashallacas@gmail.com

     Salvado Cachorros a punta de Hallacas                
Por Valentina Ruiz Leotaud
Si estás en la lista de correos de venezolanos en Vancouver, de seguro has leído sobre Graciela León y su empresa Mis Deliciosas Hallacas.
Aunque pareciera que el nombre lo dice todo, resulta que Graciela desarrolla otros talentos -además del culinario- a través de su compañía. Inspirada en la máxima de que Dios provee a quien da con desapego, esta caraqueña dona parte de sus ganancias para apoyar a cinco familias que están pasando trabajo en Venezuela y, en paralelo, a asociaciones que rescatan perritos callejeros en distintas ciudades del país.
En muchas ocasiones, Graciela transfiere la totalidad de sus ingresos.
La labor con las familias la inició hace cinco años, y con los perritos hace tres. En lo que respecta a los primeros, la escasez de comida y medicinas hizo que Graciela decidiera brindarles una mano. En el segundo caso, una experiencia con un shar pei que vio en en una panadería, la impactó.
“Noté que tenía hambre y sed. Le compré un cachito y agua, se lo di y el perro se lo devoró. Su piel estaba muy enferma, el pobre tenía dermatitis, quistes, pulgas, garrapatas y quién sabe qué más”, cuenta. Ella quiso llevárselo, pero al momento un familiar la convenció de que no lo hiciera. Pasadas unas horas volvió, pero no hubo manera de dar con el perrito. “Fui por varios días a poner agua y perrarina, pero desapareció. Eso cambió mi vida”, dice.
Era la primera vez que Graciela volvía a Venezuela después de una década fuera del país. Lo que vivió con el shar pei fue prueba fehaciente de que eso que había notado apenas puso un pie fuera del avión era cierto: No sólo las personas, sino también los animalitos están padeciendo los embates de la crisis. “Toda la ciudad estaba colmada de perros callejeros. Parecen parte de la decoración de las calles, ya que la gente los ve y no se percata de su presencia. Unos muy enfermos, otros desnutridos, otros atropellados por carros y otros golpeado por la vida”, recuerda.
De vuelta en Canadá, Graciela decidió que tenía que hacer algo al respecto. Empezó a indagar entre asociaciones que trabajan en pro de los animales, pero tenía temor de que cualquier ayuda que ofreciera pudiera ser desviada para otros fines. Sin embargo, tanto dio que encontró a personas específicas dentro de asociaciones como Huellitas de Amor, Famproa, Fundación Anzoátegui, entre otras, que le mostraron de qué manera emplean los recursos y qué es lo que necesitan. Desde entonces, Graciela no ha parado de apoyarlos. “Ayudo como a unos 400 perros en Venezuela”, refiere.
Claro, el dinero no sale únicamente de las hallacas, las ensaladas de gallina y los panes de jamón que vende en diciembre. En el transcurso del año, Graciela prepara comida criolla casera y la ofrece a bajo costo, con la idea de recaudar fondos para sus causas y, a la vez, dar la opción de menús accesibles para quienes quieren comer sabroso sin quedar en la ruina.
“Con este pequeño negocio y con tu apoyo se hacen posible miles de cosas”, asegura.
Para apoyar a Graciela y degustar sus exquisitos platillos, sólo tienes que escribirle un correo electrónico misdeliciosashallacas@gmail.com
http://vcsbc.rmgsolutions.ca/?s=Graciela+leon

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